La personalidad obsesiva constituye una forma de ser que se caracteriza por la rigidez, la inflexibilidad y la búsqueda del perfeccionismo constante. De forma general, las personas obsesivas se caracterizan por ser muy exigentes tanto con ellas mismas como con los demás. Prestan una elevada atención sobre los detalles y necesitan que todo presente un estado perfecto para poder experimentar bienestar.
En nuestra sociedad moderna la personalidad obsesiva es sin duda la más común de todas. La formación, los modelos paternos, la necesidad de garantizarse un futuro, la filosofía de las empresas… hace que se premie especialmente a las personas con esta tendencia. Ser así implica constancia, capacidad para perseguir metas, no darse fácilmente por vencido, buena predisposición para aprender… Para conseguir ser de este modo es necesario potenciar la capacidad de control, adelantarse a las posibles consecuencias negativas de las cosas, ser exigente con uno mismo (y con los demás)…
Esta es la parte buena de ser obsesivo, la mala es no saber poner un límite a la necesidad de controlar y ser mucho más vulnerable a la depresión y a la ansiedad
Características y rasgos
1- Perfeccionismo y minuciosidad
Posiblemente, el rasgo que mejor define la personalidad obsesiva es el perfeccionismo y la minuciosidad. La forma de ser obsesiva, está principalmente determinada por la perfección de las cosas. Las personas que presentan este tipo de personalidad centran su atención en todos y cada uno de los detalles, tanto de su entorno como de sí mismas.
Así mismo, el perfeccionismo y la minuciosidad suelen resultar elementos que comportan un elevado gasto de tiempo y esfuerzo por parte de las personas obsesivas.
Las personas obsesivas, pueden pasarse gran parte del día organizando las tareas y creando horarios y/o listados de cosas por hacer, hasta el punto que se descuida el objetivo principal de la actividad.
Así mismo, las personas con rasgos perfeccionistas creen fuertemente en que todo debe ser perfecto y que no hay margen de error. Esto hace que, en muchos casos, no sean capaces de terminar las tareas o los proyectos, ya que resultan incapaces de cumplir con sus exigencias extremadamente rígidas y perfeccionistas.
2- Tendencia a la dicotomía (blanco/negro)
Este rasgo de personalidad, se caracteriza por proporcionar valoraciones extremistas acerca de las cosas. Dicho de otra forma, conduce a una forma de ver las cosas de blanco y negro, sin posibilidad de ningún tipo de gris. La tendencia a la dicotomía se encuentra estrechamente relacionada con el perfeccionismo, debido a la rigidez mental que origina la personalidad obsesiva.
Las personas con este tipo de rasgos sólo son capaces de hacer dos valoraciones: lo que se adapta a las estructuras de pensamiento rígido y lo que no se adapta.
3- Pesimismo y frustración como manera de ser
Los estándares de perfección típicos de la personalidad obsesiva resultan demasiado elevados y exigentes y esto, provoca frustración, ya nunca todo es perfecto y controlado. Esto hace que sean personas mucho más propensas al pesimismo y a las emociones negativas.
4- Hiperresponsabilidad.
La personalidad obsesiva se caracteriza por desarrollar elevados grados de responsabilidad en prácticamente todos los ámbitos de la vida.
La persona obsesiva se siente muy responsable de TODO. Cree que la responsabilidad de lo que sucede a su alrededor y como sucede, recae en ella. Esto hace que sufra por todo y necesite que todo esté bien.
5- Necesidad de control
Todos los elementos comentados hasta ahora referentes a la personalidad obsesiva, conducen al desarrollo de un aspecto básico que guía la conducta y el comportamiento de las personas obsesivas: la necesidad de establecer un elevado control acerca de todos los aspectos de su vida y de los que dependen de ella.
Cada uno de los detalles que aparecen en cualquiera de los ámbitos de la vida de la persona obsesiva (familiar, laboral, relacional, etc.) deben estar completamente controlados.
“Necesito tenerlo todo controlado, para estar tranquila” “Si no sé cómo va a ir todo, no estoy bien”
6- Híper-exigencia con uno mismo y con los demás
La híper-exigencia es uno de los rasgos más importantes de la personalidad obsesiva. No obstante, es preciso tener en cuenta que este rasgo no sólo se aplica a uno mismo, sino también a los demás.
Para poder satisfacer esta necesidades, el individuo tiene que ser híper-exigente consigo mismo, ya que de lo contrario percibirá que todo lo hace mal y no hace nada bien (pensamiento dicotómico).
No obstante, la necesidad de perfección típica de la personalidad obsesiva no recae únicamente en sus propias actividades, sino que abarca también todos los aspectos que forman parte de su entorno.
Por este motivo, la híper-exigencia suele trasladarse también hacia las personas con las que se relaciona. Por ejemplo, un individuo con personalidad obsesiva tendrá muchas dificultades para trabajar con un compañero que funciona de forma desorganizada o que no tiene en cuenta los detalles de la misma forma que lo hace él.
7- Dificultad en la toma de decisiones
La personalidad obsesiva se caracteriza también por generar, una notable dificultad en la toma de decisiones. Este elemento se hace especialmente notorio cuando la decisión a tomar no presenta reglas o condiciones que establezcan de forma precisa el camino a seguir. Cuando la persona obsesiva ha de tomar una decisión aparecen siempre los “y Si”.
“¿Y si esto es mejor que aquello?” “¿Y si debería ir por aquí en cambio de ir por allá? “¿Y si este amigo es mejor que ese otro?”
Así pues, la toma de decisiones, suele generar malestar y nerviosismo, y dificultad para escoger.
8- Búsqueda de reconocimiento.
Las personas obsesivas, dedican mucho tiempo y esfuerzo a hacer lo que ellas creen que es correcto. Dedican mucha energía a hacer cosas por los demás (sin que nadie se lo pida) y necesitan sentir que su actitud, esfuerzo y dedicación es reconocido y todos lo agradecen.
Este tipo de personas, buscan el reconocimiento para sentir que han hecho bien las cosas y que su valía personal es real. Esperan siempre, la aprobación y el reconocimiento por parte de los demás.
9- Inflexibilidad y rigidez
La personalidad obsesiva implica un elevado grado de inflexibilidad. De hecho, la obsesión se caracteriza por ser totalmente inflexible e inamovible.
De este modo, los sujetos con estos rasgos caracteriales, son poco capaces, de adaptarse a situaciones en las que el perfeccionismo no resulte importante o adoptar puntos de vista alternativos al suyo. Por otro lado, les cuesta, detectar las necesidades de los demás, así como sus procesos de pensamiento, sus prioridades o sus necesidades.
La perfección y la obsesión acaparan buena parte del funcionamiento cotidiano del sujeto, el cual difícilmente podrá dejar de lado sus necesidades para centrar su atención en otro tipo de aspectos.
10- Incapacidad de delegar
Las personas con personalidad obsesiva, se caracterizan por presentar una marcada incapacidad de delegar en los demás. Las actividades que recaen un ellas, deben ser ejecutadas con el máximo grado de control y calidad posible. El hecho de delegar implica, de forma automática, una disminución de la capacidad de control sobre la tarea, por lo que las personas obsesivas suelen resistirse a este tipo de situaciones.
“Como yo no lo hace nadie” “No me fío de que se hagan las cosas de la forma correcta si no las hago yo”
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